lunes, 16 de junio de 2008

El Pacto de la Concordia

Está claro que si algo mueve la Fórmula 1 es el dinero.
Este dinero viene principalmente de los patrocinadores, derechos comerciales y televisivos derivados de este deporte.
La FIA no es más que un órgano que regula las reglas para este deporte, bien imponiendo sanciones, o introduciendo nuevas normativas, ya sean de seguridad o para limitar a las escuderías el hacer ciertas cosas. Dicho de otro modo, no son más que el árbitro durante los campeonatos. Es el órgano internacional al que se unen todas las asociaciones automovilísticas de la mayoría de los países.
Luego está el señor Bernie Ecclestone, el dueño de la Fórmula 1, el que firma los acuerdos con los circuitos, escuderías y patrocinadores y demás derechos que genera el Gran Circo, el que en gran medida se mueve y organiza todo el calendario.
Y finalmente están los equipos, actualmente son 10.
Cabría esperar que los multimillonarios derechos comerciales y televisivos fueran a parar a manos de los que hacen este deporte posible, Bernie Ecclestone y las escuderías, y una pequeña parte al órgano que los regula.
Pero como todo en este mundo, el que más tajada saca es el que menos hace. La FIA, en una posición de poder se recauda gran parte de estos derechos, al fin y al cabo los campeonatos se hacen en circuitos de países afiliados a ella (Ellos también quieren su CANON), y o me pagas o no te dejo correr.
El pacto de la concordia establece, entre otras cosas, el reparto del pastel entre los equipos participantes, la FIA y Bernie Ecclestone.
Este pacto tiene validez durante unos años, pues bien desde finales de 2007 este pacto no se ha renovado, las escuderías y Ecclestone quieren más, como es lógico, y Max Mosley no quiere dárselo, motivo por el cual el magnate de la Fórmula1 amenaza con que o aceptan sus condiciones u organizan un Mundial no regulado por la FIA.
El escándalo, sin duda, está servido.

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